FAMILIA Y SOCIEDAD

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viernes, 11 de noviembre de 2011

sábado, 2 de abril de 2011

IGLESIA ADVENTISTA DEL SEPTIMO DIA, MAYOR CRECIMIENTO EN EEUU

domingo 27 de marzo de 2011

Los Adventistas crecen mientras otras Iglesias decrecen. Por G. Jeffrey MacDonald

Descansar en sábado, practicar los códigos alimentarios del Antiguo Testamento. Y estar listo para que Jesús regrese en cualquier momento.Si estas prácticas suenan pintorescas o anticuadas, piénselo de nuevo. Son rasgos distintivos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la denominación cristiana de más rápido crecimiento en América del Norte. Datos publicados recientemente, muestran al adventismo del séptimo día creciendo 2,5 % en América del Norte, un rápido crecimiento para esta parte del mundo, donde los Bautistas del Sur y otras denominaciones protestantes, así como otras iglesia están disminuyendo.

Los adventistas incluso crecen un 75 % más rápido que los Mormones (1,4 %), quienes priorizar crecimiento numérico.

Para los observadores externos a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la tasa de crecimiento en América del Norte es desconcertante.

"Tienes una denominación que esta básicamente volviendo a los orígenes... diciendo: '¿Qué quiso decir Dios con todas estas reglas y regulaciones y cómo podemos encajarlo en ser lo que Dios quiere que seamos?'", dice Daniel Shaw, experto en obra misionera cristiana del Seminario Teológico Fuller en Pasadena, California. "Eso es totalmente contrario a todo lo que está sucediendo en la cultura americana. Por lo que estoy diciendo, '¡Guau! Eso es muy interesante'. Y no puedo responder a ello".

Los adventistas del séptimo día se están haciendo una pregunta diferente: ¿Por qué no esta la iglesia creciendo mucho más rápido en estas costas, que es el hogar de sólo 1.1 millones de los 16 millones de adventistas en el mundo?

A pesar de sus raíces de Norteamericanas, la iglesia está creciendo más del doble de rápido en el extranjero. "No sentimos que estamos creciendo mucho, y eso es un motivo de preocupación, especialmente en el caso de América del Norte", dice Ron Clouzet, director del Instituto de Evangelismo de la División Norteamericana, ubicado en la Universidad Andrews en Berrien Springs, Michigan. Los adventistas hispanos son "un grupo que está creciendo muy bien", añadió. "Si no tuviéramos ese grupo, nos veríamos mal".

Con los servicios de culto los sábados y estilo de vida vegetariano, los Adventismo del Séptimo Día posee un nicho distintivo fuera de la corriente mayoritaria cristiana. Pero ser diferente está resultando ser más una ventaja que una desventaja.

Desde mediados del siglo XIX, cuando el movimiento surgió en New Hampshire, el Adventismo del Séptimo Día ha tenido una misión urgente para llevar el evangelio -con un énfasis distintivo en la inminente segunda venida Cristo- hasta los confines de la tierra.

Los Adventistas encuentran la esencia de su misión en Apocalipsis 14:12, donde al final de los tiempos dirán "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús".

El enfoque global de la iglesia tradicional (adventista), ya está dando sus frutos en nuevas formas. Los inmigrantes recién llegados a los Estados Unidos a menudo proceden de partes de América Latina o África, donde Adventismo del Séptimo Día ha establecido desde hace largo tiempo iglesias, escuelas y hospitales.

Los que emigran de Brasil a Massachusetts, o desde México a Texas, tienden a buscar la familiaridad de una Iglesia Adventista local dirigido por un pastor que conoce su cultura y habla su idioma nativo, dijo Edwin Hernández, investigador en el Centro de Estudios Latinos de Religión de la Universidad de Notre Dame.

Los inmigrantes no son los únicos que abrazan el adventismo del séptimo día. Muchos entre todos los norteamericanos se han dado cuenta que los adventistas tienden a ser superestrellas de la buena salud y longevidad, investigaciones muestran que ellos tienden a vivir 10 años más que el estadounidense promedio. Con una fuerte trayectoria de éxito en la salud y la educación, los adventistas encuentran y consiguen una audiencia entre los escépticos que comparten esas prioridades.

Investigación publicadas de la salud de los adventistas, "ha ayudado a tener una mayor valoración objetiva del Adventismo... en particular a los largo de la costa Oeste", dice Bryant G. Alexander, secretario ejecutivo para la denominación de la División Norteamericana. "Así hablamos con la gente sobre nuestro estilo de vida".

Algunos recién llegados al adventismo también aprecian la claridad de la iglesia acerca de lo que se espera de los seguidores de Cristo. Diana Syth de Kent, Washington asistió a muchas diferentes iglesias protestantes durante años. Pero ella dijo que "nunca tuve la información que yo necesitaba saber acerca de lo que significaba ser un cristiano" hasta que ella y su marido se enteró de adventistas del séptimo día de parte de un hermano, hace seis años.

"Mi hijo (adulto) ha visto un cambio en nosotros", dijo Syth. "Él ve una calma nueva en nosotros. Hay esperanza donde no había esperanza antes".

Los adventistas también están cosechando los frutos de sus esfuerzos adicionales en la evangelización. En respuesta a una iniciativa nacional, más del 80 % de las 6.000 iglesias Adventista en América del Norte organizó eventos de largo alcance semanas en hoteles y otros lugares en 2009.

Bryant dijo que en un año normal, un tercio a la mitad de las congregaciones adventistas participaron en tales eventos, y la iglesia en América del Norte crece a tasas de crecimiento que oscilan alrededor de un 1,7 %, todavía lo suficientemente alto para estar arriba de las tasas de crecimiento de las otras grandes denominaciones en América del Norte.

La creatividad parece estar dando sus frutos, también. La iglesia ha visto que algunas de sus mayores ganancias provienen de las regiones no-religiosas, como el noroeste del Pacífico. En el estado de Washington, por ejemplo, la denominación ha establecido "cafés cristianos" donde la gente puede relajarse y hacer preguntas, sin sentir las presiones de la iglesia.

"Usted no necesita invitarlos a la iglesia", dice Bryant. "Estás sentado, hablando con la gente, construyendo relaciones, y poco a poco hablas con ellos acerca de Cristo".





Fuente: originalmente publicado por RSN / Religion News Service (Adventists grow as other churches decline) y posteriormente tomado por cientos de medios de prensa. Por ejemplo por USA Today (Adventists' back-to-basics faith is fastest growing U.S. church) o por la Adventist Rewiew (Adventists grow as other churches decline).

Autor: G. Jeffrey MacDonald es un periodista independiente especializado en religión, ética e ideas. Sus artículos han aparecido en TIME magazine, USA Today, MS. Magazine, American Executive, The Boston Globe, The Washington Post y The Christian Science Monitor entre otros. En 2002, recibió el máximo galardón del periodismo religioso, el Premio Anual Templeton Report de la Religion Newswriters Association. Posee una Maestría en Divinidad de la Universidad de Yale y Licenciado en Historia Americana de la Universidad de Brown.

Fotografía: Josh Anderson / US Today - AP. Los Adventistas del Séptimo Día enseñan la no práctica de sexo prematrimonial. En la imagen, Houston Fletcher, de 17 años de edad (centro), Phyllisia Reed, 17 (izquierda), y Jasmine Ward, 17 (derecha) bailan en una Ceremonia de Puereza (Purity Ball) en una iglesia en Nashville, Tennessee.
Traducción: Menesez Filipov / OjoAdventista.com


sábado, 14 de agosto de 2010

Puede entenderse la realidad sin Dios?


“El mundo —decía Arthur Schopen-hauer— es mi idea”.1

Si el mundo real es lo que Schopenhauer concibe en su mente, entonces también es sólo lo que cada uno de nosotros piensa o imagina. Según Schopenhauer lo que conocemos “no es un sol, y no es una tierra, sino tan sólo un ojo que ve un sol, una mano que siente la tierra; el mundo que nos rodea está allí solamente como idea, esto es, sólo en relación con algo más, con aquel que concibe la idea, que es él mismo”.2 Y puesto que somos diferentes ojos, diferentes manos, diferentes conciencias, conocemos diferentes soles, diferentes tierras. Si el mundo es una idea, entonces el mundo es una idea diferente para cada uno de nosotros.

Este interrogante, acerca de qué es real en oposición a qué es percibido, es tan antiguo como la metafórica caverna de Platón, en la cual todos los seres humanos estaban encadenados de cara a la pared posterior, de modo que toda la realidad se les presentaba como sombras proyectadas en ese muro por un fuego que ardía a sus espaldas.

Únicamente por medio de la educación filosófica y racional, argumentaba Platón, podía alguien escapar de la caverna y ascender al mundo de la luz plena, esto es, a la realidad tal como verdaderamente es. Por muy apropiada (o imperfecta) que sea la metáfora de Platón, ¿qué pasaría si de veras pudiéramos colocarnos detrás de las apariencias, las sensaciones y los fenómenos para explorar la realidad auténtica, sin los inevitables filtros humanos que nos la colorean y empaquetan como apariencias y fenómenos? ¿Cómo se vería, cómo se sentiría, qué olor y sabor y color tendría la realidad misma? Todo lo que podemos conocer de la realidad, aun lo que surge de la razón pura, llega a nosotros como resultado de procesos neuro-eléctrico-químicos que chisporrotean silenciosamente dentro de la húmeda oscuridad cubierta de piel y cráneo que es nuestra corteza cerebral.

Aun si fuera posible deslizarnos y colocarnos detrás de las apariencias para percibir la realidad, ¿cómo podríamos percibirla con otra cosa que nuestros sentidos, que siempre tienen preferencias y límites en sus preconceptos? Cualesquiera sean los sensores que nos conectan con lo que está fuera de nosotros, cualesquiera sean los dispositivos que nos comunican con el mundo, cada uno tiene su propio foco, sus tendencias y sus limitaciones. Diferentes combinaciones crean diferentes realidades. ¿Cómo puede la realidad ser nada más que lo que nuestros sentidos perciben de ella; lo cual significaría, entonces, que tendría que estar totalmente en nuestra mente?

La realidad y la Mente divina

Tal vez sólo si hubiera un ser, alguna Mente divina que pudiera ver todas las cosas desde cada perspectiva posible al mismo tiempo podría decirse que la realidad objetiva existe. Como argumentaba el obispo George Berkeley, ¿puede algo existir realmente, es decir, tener características o cualidades propias que no estén en última instancia en una mente que las percibe? Porque ¿qué son, en esencia, las características o cualidades (caliente, frío, rojo, amarillo, dulce, agrio, duro, blando) sino impresiones sensoriales? ¿Cómo pueden existir las impresiones sensoriales sin una mente que las perciba? ¿Cómo puede haber dolor sin nervios, o sabor sin sensores gustativos? Sin una Mente divina, ¿tiene sentido siquiera hablar acerca de lo que verdaderamente está fuera de nosotros, si todo es subjetivo, fluctuante, y a menudo nada más que impresiones sensoriales engañosas?

¿Puede haber verdadera moral (o verdadera realidad) si toda moral (o realidad) existe solamente como un conjunto de reacciones electro-químicas en mentes subjetivas? Intuimos que la moral existe independiente de nosotros; de otro modo, ¿cómo puede ser inmoral el asesinato de bebés tan sólo porque son judíos, si toda mente humana piensa lo contrario? Aún más, intuimos que la realidad existe independiente de la mente humana. De no ser así, ¿dejaría de existir el Monte Everest si ninguna mente lo percibe? Pero, ¿cómo pueden existir absolutos morales y ontológicos válidos para todos los seres humanos, si tanto la moral como la existencia se hallan sólo en la mente, no fuera de ella?

Estos interrogantes y sus implicaciones se han debatido por siglos. El empírico británico John Locke argüía que si el conocimiento humano procede solamente de la experiencia, entonces ¿cómo podemos conocer alguna cosa en sí misma? El conocimiento no puede ir más allá de la experiencia. Nada existe en el intelecto, escribió, que no haya sido percibido antes por los sentidos, y porque lo que está en los sentidos siempre es limitado, contingente y cambiante, nos quedamos con un insignificante conocimiento real del mundo.

Avanzando más allá de sus propias presuposiciones empíricas, George Berkeley acuñó su famosa fórmula, esse est percipi (“Ser es ser percibido”), alegando que las cualidades y las características de las cosas, aun sus cualidades más primarias (tales como la extensión), no existen fuera de la mente, y que únicamente cuando un objeto es percibido puede decirse que existe. “Porque ¿qué son los objetos antes mencionados [casas, montañas, ríos] sino cosas que percibimos por los sentidos? —escribió—. Y ¿qué percibimos fuera de nuestras propias ideas o sensaciones? Y ¿no es claramente repugnante que cualquiera de estos objetos, o cualquier combinación de ellos, pudieran existir sin ser percibidos?”3 Por cuanto la realidad se nos presenta únicamente como una sensación, no hay sensación (por tanto, no hay realidad) sin percepción. El obispo Berkeley no negaba que estas cosas estén allí, sino que afirmaba que cuando se dice que algo “existe”, significa tan sólo que es percibido por una mente.

Kant: Noumenon y phenomenon

Asumiendo la realidad a partir de proposiciones sintéticas a priori, sobre las cuales basó su revolucionaria filosofía, Immanuel Kant sostuvo que la mente en sí misma construye la realidad. No es que crea la realidad, sino que a raíz de estructuras preexistentes que hay dentro de ella, nuestra mente sintetiza y unifica la realidad, no de acuerdo con el mundo mismo, sino de acuerdo con cada mente. La mente se impone por sí misma sobre el mundo, que solamente se presenta según es organizado, filtrado y categorizado por la mente. La mente no se conforma al mundo; el mundo se conforma a la mente. Nuestro cerebro no modifica el mundo-tal-como-es—escribió Kant mucho antes de la revolución quántica—, sino que llega a nosotros solamente según nuestro cerebro lo permite.

Una persona que observa una montaña con binoculares verá algo diferente de alguien que la mira con un microscopio. La montaña está allí, por cierto; lo que vemos depende de que nuestra mente funcione como un microscopio, o como binoculares, o como un par de ojos humanos. A diferencia de los idealistas fenomenalistas posteriores (tales como Johann Gottlieb Fichte), que suprimirían toda realidad fuera de la que existe en nuestra mente, Kant no rechazó el noumenon, esto es, la realidad independiente de la cognición humana. El phenomenon (la realidad tal como se nos presenta) no puede existir sin noumena (la realidad tal como realmente es), así como el dolor no puede existir sin nervios. Lo que Kant asevera, en cambio, es que nunca podemos conocer la noumena, el mundo real, por lo que es. Hay una impenetrable y oscura barrera entre lo que existe fuera de nosotros y lo que finalmente aparece como realidad en nuestra conciencia.

Ninguno de estos filósofos, y ninguna de sus filosofías, han permanecido incontrovertibles. No obstante, es difícil argumentar contra el asunto fundamental: Las limitaciones del conocimiento, especialmente del conocimiento que nos llega tan sólo por medio de la percepción sensorial. Escribiendo contra la máxima de que “El hombre es la medida de todas las cosas”, Platón dijo que si lo único que se requeriría para conocer la verdad es la percepción sensorial, entonces un “cerdo o un mandril con cara de perro” también serían “la medida de todas las cosas”.

El punto que Platón quiere destacar es que la realidad no puede ser medida y juzgada solamente por los patrones humanos, porque diferentes individuos miden y juzgan la realidad de manera diferente, aun contradictoria. El argumento de que no hay realidad objetiva aparte de lo que perciben nuestros sentidos —aunque defendible con cierto rigor lógico y racional —no termina de convencernos, y en particular no persuade a alguien que apenas sobrevivió al estrellarse de cabeza contra un parabrisas. Esa persona sabe que algo real, sólido, objetivo existe fuera de ella misma.

Desde la caverna de Platón hasta el argumento epistemológico de Kant, nos acosa la pregunta: ¿Qué más hay allí, fuera de nosotros? ¿Qué existe y se mueve más allá del estrecho y finito espectro de las apariencias en la mente humana, en el vasto e infinito ámbito de lo totalmente real? Como los sonidos agudos que sólo el oído del perro puede captar, o los sonidos y las partículas tan reales como las pelotas de fútbol o las cantatas de Bach, ¿qué más existe como noumena que simplemente no podemos sentir, ver, palpar o intuir?

Dimensiones más allá del espacio y del tiempo

Los científicos hablan de otras dimensiones más allá del espacio-tiempo; algunas ramas de la física las demandan (la teoría del superstring requiere por lo menos diez dimensiones). Algunos matemáticos sostienen que los números puros existen en una “realidad” independiente, distinta de nuestro mundo de percepción sensorial. Otros afirman que lo sobrenatural, lo oculto, el reino de la fe, de los ángeles, y la esfera del bien y del mal existen en el noumenon, más allá de las continencias y limitaciones humanas. El autor del libro del Nuevo Testamento a los Hebreos escribió que “lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11: 3, VRV). El apóstol Pablo se refirió a realidades “que hay en los cielos y... que hay en la tierra, visibles e invisibles” (Colosenses 1: 16). ¿Qué son esas cosas que no aparecen? ¿Qué son esas realidades invisibles, no tanto en el cielo sino en la tierra?

La distinción de Kant entre phenomenon y noumenon, aunque no prueba la presencia de lo sobrenatural, al menos ha abierto un espacio para su existencia. Él postuló, aunque no fuera más que eso, una residencia física factible, un lugar donde lo sobrenatural pudiera existir. Un millón de llamadas a teléfonos celulares cruzándose silenciosamente a nuestro alrededor implican la posibilidad —no la probabilidad— de otros intangibles (¿ángeles, tal vez?). Lo primero muestra que la actividad inteligente e intencionada puede funcionar en derredor de nosotros, y sin embargo permanecer más allá de nosotros, aun cuando nos afecte. (¿Quién, por ejemplo, olió, oyó, vio, gustó o palpó el elevado nivel de radiación que, en un tratamiento contra un cáncer avanzado, destruyó el revestimiento interior de sus intestinos, debilitó sus defensas inmunológicas y precipitó su muerte?)

El noumenon está allí, en más de una forma, todo el tiempo, y más allá de nuestras limitadas percepciones. El phenomenon es, quizá, la punta del iceberg del infinito noumenon que nuestra mente percibe y absorbe, como una oscura esponja. El que apenas podamos percibir un mínimo de la realidad total no significa que no percibimos una parte de ella. El que no la podamos conocer plenamente no significa que no podamos conocerla a lo menos parcialmente. En Éxodo, cuando Moisés le pidió a Dios: “Te ruego que me muestres tu gloria” (33:18), Dios respondió: “No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá”. Y entonces dijo: “He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro” (Éxodo 33:20-23). Tal vez en eso consiste el phenomenon, la espalda, no el rostro, del noumenon.

Los matemáticos han encontrado increíble coherencia y belleza en el mundo de los números. Las matemáticas parecen estar “más allá” de las sensaciones, no como estructuras físicas sino más bien como precisas y delicadas relaciones entre entidades preexistentes, más permanentes y firmes que el mundo material. Aunque el cerebro procese las fórmulas matemáticas de manera abstracta, intuimos que se trata de realidades que se presentan más consistentes, confiables y estables que los caprichos efímeros, vacilantes y artificiales del phenomenon. Tres kilos de arroz, no importa cuán exacta sea la balanza, siempre serán más o menos que tres kilos (siquiera apenas por unas pocas moléculas); sin embargo, el número tres, como número en sí mismo, es absoluto y puro, sin necesidad de ajustes o refinamientos.

Por consiguiente, ya sea como concepto o como sensación, algo del noumenon nos llega, aun cuando lo percibamos como phenomenon. Estamos diseñados, por decirlo así, para interactuar con el noumenon, con lo auténticamente real, o al menos con parte de él. Hay una adecuada armonía, una concordancia estéticamente placentera entre nuestros sentidos y la porción de la realidad que entra en nuestra conciencia.

¡Cuán afortunados somos al poder observar la parte del espectro electromagnético emitido por la estrella más cercana a nuestros ojos —el Sol— que no sólo nos permite ver los objetos sino además verlos en toda su belleza! ¿Hay alguna razón lógica, necesaria o siquiera práctica para que las puestas de sol o los pavos reales sean representados tan placenteramente en nuestra mente? Sea cual fuere la cosa-en-sí-misma que emana de las hojas de menta, ¡cuán agradable resulta que, al penetrar en la nariz, nuestra mente la perciba como una fragancia deleitosa! No importa qué sea en-sí-misma una naranja (o un durazno, o una ciruela, o una uva), no sólo interactúa tan sabrosa y deliciosamente con nuestra boca, sino que además viene saturada con elementos químicos y nutrientes que satisfacen perfectamente nuestras necesidades físicas.

Por supuesto, los mismos dispositivos que proyectan el bien y el placer en nuestra conciencia, hacen lo mismo con el mal y la fealdad. La puesta de sol que arroja incandescentes rayos de luz desde el horizonte también deja detrás una fría estela que afecta a los pobres que quedan acurrucados y temblorosos en umbrales hostiles. No importa cuán exquisita sea una uva o sabrosa una manzana, la peste a menudo las descomponen antes que lo haga el vientre humano. Y ese vientre también provee amplio terreno para el surgimiento de tumores voraces. Por lo tanto, por más inherentemente bueno que sea el phenomenon, el mal con frecuencia lo malogra.

El mal: Un parásito

El mal siempre aparece después de la realidad fundamental, como un parásito. San Agustín, en La Ciudad de Dios, afirmó que el mal es una disminución, un abandono del bien. El bien vino primero; el mal lo siguió. No hay causa eficiente del mal, decía él, sólo una causa deficiente. Lo que llamamos mal “es meramente la ausencia de algo que es el bien”.4

Como el silencio, como la oscuridad, el mal surge solamente de una carencia, de un vaciamiento. “Ahora —continuaba Agustín—, tratar de descubrir las causas de estos defectos —causas, como he dicho, no eficientes, sino deficientes— es como si alguien procurase ver la oscuridad o escuchar el silencio. Sin embargo, ambos son conocidos por nosotros, y el primero sólo por medio del ojo, el último sólo por medio del oído; pero no por su realidad positiva, sino por su ausencia”.5

Observemos cuidadosamente: un durazno podrido requiere, en primer lugar, la existencia de un durazno sano. No puede haber enfermedad sexual sin que haya, primeramente, una relación sexual. Y antes de una criatura violada existe solamente una criatura normal. Los adjetivos son secundarios, no originales, intrusiones después-del-hecho, posteriores a él; y el hecho mismo, como realidad pura, es bueno.

Los niños, los duraznos, las relaciones sexuales —antes de cualquier defecto o imperfección— revelan el toque creativo de un amor tierno y gentil. Pensemos en ellos, sin todos los adjetivos negativos; imaginemos a la criatura, sin modificación. Por más rudamente que haya sido afectada, la naturaleza aún puede trascender la lógica pura y permitirnos intuir indicios de un futuro más prometedor que la entropía cósmica. Al relacionar lo que está en nosotros (nuestros sentidos) y lo que está más allá de ellos (lo sentido), la ecuación computa un resultado bello, los números se conectan, aunque tengan que ser calculados en nuestro corazón, no en nuestra cabeza.

Pensemos por un momento en la doctrina bíblica de la encarnación. Es una afirmación casi inconcebible: Dios mismo se encarnó en un ser humano. El Creador y Sustentador del vastísimo universo asumió nuestra carne, vivió entre nosotros y en la cruz cargó con cada adjetivo y adverbio y verbo malvados. Y el peso de toda esa maldición —su culpa, su consecuencia, su penalidad— fue suficiente para matarlo. Dios no es inmune a nuestro dolor ni a nuestro mal. Por el contrario, quebrantaron su vida, en Jesús, en la cruz.

Pero si la Cruz es una realidad, lo es como evidencia incontestable de que Dios nos ama con un amor que se extiende por encima de la fría expansión de lo infinito hasta entrar en los febriles rincones de nuestra vida temerosa y frágil. Nos confirma, también, que habiendo asuntos tan importantes en juego, Dios no habría ido a la cruz sin darnos razones para creer que lo hizo. Y una de esas razones es su plan de restaurar el mundo y las criaturas a su condición original, prístina. Imaginemos la creación despojada de todos sus viles modificadores; y entonces imaginemos esos modificadores cayendo, con todo su enorme peso, sobre Jesús.

Si alguien rompiera el vidrio y dañara con un cuchillo el cuadro de la Mona Lisa, ¿esas cuchilladas disminuirían el amor que Leonardo invirtió al retratar a esa famosa dama? No puede haber hambruna sin que primero haya campos de trigo y maíz. ¿Y qué nos dicen el trigo y el maíz acerca de Alguien que primeramente envolvió su semilla en la cáscara antes que el agua, la tierra, el aire y el sol hicieran asomar el tallo y lo cubrieran con espigas? ¿De Alguien que también diseñó nuestro organismo para que esos granos de trigo y maíz tostados tuvieran tan buen sabor en nuestra boca y cuyos nutrientes se adecuaran tan saludablemente a nuestras células?

Por cierto, los campos cubiertos de cereales no validan el argumento moral de la existencia de Dios, así como el aroma inconfundible de las orquídeas no invalida el materialismo a priori. Hay que admitir que las luminosas puestas de sol revelan los límites de la lógica y la razón para conocer el amor de Dios. Y aun un bebé en su admirable inocencia no demuestra que Cristo murió en la cruz por nosotros. Reconozcamos los límites de estos argumentos; pero no les neguemos su importancia y su peso.

“Pregunta a las bestias o a las aves: ellas te pueden enseñar. También a la tierra y a los peces del mar puedes pedirles que te instruyan. ¿Hay alguien todavía que no sepa que Dios lo hizo todo con su mano? En su mano está la vida de todo ser viviente” (Job 12:7-10, VP).

Clifford Goldstein es el redactor de la Guía de Estudio de la Biblia para Adultos. Este ensayo ha sido adaptado de su libro God, Gödel, and Grace: A Philosophy of Faith (Hagerstown, Maryland: Review and Herald Publ. Assn., 2003). Publicado con permiso.

REFERENCIAS

1. Arthur Schopenhauer, The World as Will and Idea (Londres: J. M. Dent, 1955), p. 4.

2. Ibíd.

3. George Berkeley, On Principles of Human Knowledge, extractado en The Speculative Philosophers (Nueva York: Random House, 1947), p. 254.

4. San Agustín, The City of God (Nueva York: Doubleday, 1958), p. 217.

5. Íd., p. 254.

domingo, 1 de agosto de 2010

¿El fin del mundo en 2012?

¿El fin del mundo en 2012?
por Mario Pereyra
Tomado de El Centinela®
de Junio 2010

Una profecía maya de hace más de doce siglos augura un inminente colapso de la humanidad en 2012. Algunos dicen que tiene base científica.

La película “2012”, dirigida por Roland Emmerich, y basada en una profecía maya que vaticina un cambio para la Tierra y el colapso de la actual humanidad para el 21 de diciembre de 2012, ha producido un importante interés del público sobre el tema. Esto se evidencia en la explosión de nuevos libros, artículos y videos. Se han publicado libros como El misterio de 2012, de José Argüelles; El regreso maya 2012, de Luciano Colman; 2012, de Brian D´Amato; La serpiente de luz: después de 2012, de Drunvalo Melchizedek; y El proyecto Gaia 2012, de Yong Jang Hwee Yong. Quizás el más importante sea el libro de Brian D´Amato, que salió con bombos y platillos en los Estados Unidos, convirtiéndose en uno de los libros más vendidos, según The New York Times.

Los artículos centrales del número de enero de 2010 de la revista Muy interesante, se titula: “Profecías del fin del mundo. Según los mayas, la Biblia y Nostradamus”. En YouTube puede verse una enorme cantidad de videos sobre el fin del mundo en relación al 2012. Pero seguramente lo que más ha impactado son las escenas imponentes de la película “2012”, que ha alcanzando a millones de personas por su accesibilidad en Internet. Yo bajé la película a mi computadora. Es impresionante contemplar cómo se hunde la ciudad de Los Ángeles en una gigantesca grieta abierta en la falla de San Andrés, y Washington DC, con su Casa Blanca, sucumbir bajo un terremoto y un gigantesco tsunami, igual que el resto de los continentes. David Shiga, periodista del New Scientist, ha declarado: “Ver ‘2012’ te hace desear el fin del mundo solo para que la película termine”.

Un informe realizado para la NASA y la ESA por un grupo de científicos de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos corrobora las apocalípticas predicciones para 2012. El informe dice que para esa fecha se espera una tormenta solar que acabará con todos los sistemas vivos en la Tierra. La predicción la dio el equipo Mausumi Dikpati del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) de los Estados Unidos. “El siguiente ciclo de manchas solares será entre un 30 y 50 por ciento mayor que los anteriores” (http://science.nasa.gov/headlines/y2006/10mar_stormwarning.htm).

El interés por el año 2012 es mundial. En México, Random House publicó El testamento maya; y fue un éxito editorial. En Bélgica, Patrick Geryl ha escrito libros convertidos en best sellers, como El cataclismo mundial en 2012 y Cómo sobrevivir al 2012, de la Editorial Kier. Geryl asegura que: “La NASA dice que una gran tormenta solar puede destruir la gran matriz mundial cerca del 2012”. Y agrega: “En los Estados Unidos está creciendo una corriente científica a partir de un informe del National Research Council, fundado por la NASA y reconocido por la National Academy of Sciences, que advierte sobre una potencial devastación en 2012, que afectará la matriz global del planeta”. Por las dudas, Geryl ya armó un grupo de supervivencia que esperará el fin del mundo en Sierra Nevada, Granada (diario La Nación, de Buenos Aires, Argentina, del 2 de enero de 2010).
¿Qué dice la Biblia?

Los cristianos nos guiamos por la Palabra de Dios, no por las ficciones cinematográficas ni por predicciones humanas ni por los informes científicos que también son falibles. La única fuente veraz y autorizada es la que emana de las Sagradas Escrituras. En los registros sagrados se habla del fin del mundo, pero no como lo imagina Emmerich en la película “2012”, con terremotos y volcanes que explotan por todos lados, produciendo un nuevo diluvio universal, del cual muy pocos logran salvarse en gigantescas y modernas arcas, pagando boletos de mil millones de euros. Después del diluvio ocurrido en la época de Noé, Dios prometió: “No exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra” (Génesis 9:11). Según el apóstol Pedro, el fin del mundo que se avecina será por fuego, no por agua. Previamente habrán múltiples catástrofes, como guerras (S. Mateo 24:6, 7), terremotos (S. Mateo 24:7), epidemias (S. Lucas 21:11), aumento de la delincuencia (S. Mateo 24:12), destrucción del medio ambiente (Apocalipsis 11:18), caos en la naturaleza (S. Mateo 24:29), entre otros eventos trascendentes (ver S. Lucas 21 y Apocalipsis 16).

Tampoco el fin ocurrirá el 21 o el 31 de diciembre del 2012, ya que el “día y la hora nadie sabe, ni aún los ángeles de los cielos” (S. Mateo 24:36), según advirtió nuestro Señor Jesucristo. Por otra parte, el fin del orden actual acontecerá en forma imprevista, por eso el consejo bíblico es “velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (S. Mateo 25:13). La descripción que realiza las Sagradas Escrituras acerca del fin es muy diferente de lo que muestran la película “2012”, los videos, las siete profecías mayas y las especulaciones de los científicos. Será por la llegada personal y directa de Dios a la tierra en la persona de Jesucristo, que regresará por segunda vez. Las profecías bíblicas anuncian que vendrá el Señor con toda su gloria para juzgar a las naciones (ver S. Mateo 25:31-46). Entonces se producirán eventos portentosos, que la más fecunda imaginación de los productores de Hollywood nunca imaginó, como es la resurrección de los justos de toda la historia (ver S. Mateo 22:31, 32; 1 Corintios 15:35-54).

Pero la diferencia más importante de lo que dice la Biblia con las profecías cinematográficas, mayas, de Nostradamus y las predicciones científicas es que anuncia un fin con esperanza para todos. La voluminosa producción de vaticinios que pululan por todas partes augura una gigantesca destrucción y la exterminación de la humanidad, o en el mejor de los casos la salvación de unos pocos para mantener la especie.

La enseñanza bíblica por el contrario abre gloriosos espacios de esperanza, que nos alcanzan a todos. En la película “2012”, se muestra un multimillonario que pagó tres mil millones de euros para obtener tres lugares, para él y sus dos hijos, que incluso no le sirvió ya que lo dejaron afuera. Dios no actúa así. Ofrece la salvación a todos los que quieran aceptarla y crean de corazón. “Venid a mi todos”, dice el Señor (S. Mateo 11:28). Ya que “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). Somos salvos por la fe (Efesios 2:8), no solo para librarnos de la destrucción futura sino para vivir eternamente. “Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás” (S. Juan 10:28), garantiza Cristo. Es la misericordia de Dios lo que nos salva (ver Tito 3:5), no nuestro dinero o cualquier esfuerzo que hagamos. Este hecho tan increíble y glorioso tampoco aparece en las profecías humanas. Por lo tanto, el arca de la salvación está dispuesta a nuestro alcance. ¿La aprovecharemos o la despreciaremos? La decisión es suya.

El autor es doctor en Psicología y director de la Escuela de Psicología de la Universidad de Montemorelos, México.

“El día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10).

domingo, 25 de julio de 2010

Ni tu extranjero, que esta dentro de tus puertas...






El extranjero que está dentro de tus puertas


* hospitalidad
* ley
* migración

By Herold Weiss

Mi primer trabajo como empleado denominacional fue como pastor de la Iglesia Hispana de Broadway en Manhattan. Su salón de cultos ocupaba el segundo piso de un edificio comercial con un cambalache que vendía antigüedades en el primer piso y un club social en el tercero. Quedaba sobre la famosa avenida neoyorkina un poco más de cincuenta cuadras al norte de Times Square. Los miembros puertorriqueños, por supuesto, eran ciudadanos estadounidenses, pero la mayoría de los dominicanos, colombianos, ecuatorianos y ciudadanos de otros países latinoamericanos habían llegado a Nueva York con visas de turista y se habían quedado. Entiendo que irlandeses, polacos y otros hacen eso hoy en día.

Las damas trabajaban en la industria de la aguja en el “Garment District” un poco al sur de Times Square. Los hombres trabajaban de lavaplatos en los restaurantes o de lavapisos en los edificios de oficinas o de apartamentos. Los que habían podido acumular algún dinero estaban pagando un abogado para que les tramitara la residencia en el país. Esto no era fácil pues ganaban entre 45 a 50 dólares por semana y tenían que pagar unos 75 dólares por mes para alquilar un apartamento en un edificio del siglo XIX con mal olor y 8 pisos sin ascensor. Casi todos habían llegado a Nueva York ya siendo adventistas. Unos pocos tenían parientes adventistas y se habían bautizado en Nueva York. La situación era más o menos la misma en las 13 iglesias hispanas del Gran Nueva York en los años 1962-65, cuando fui pastor de Broadway.

Pocos años después, ya viviendo en Berrien Springs, Michigan, por iniciativa del pastor Elías Gómez, el doctor Humberto Rasi y el hermano Ismael Olivares se organizó la Iglesia Hispana de Berrien Springs, y mi esposa, Aida, y yo fuimos de los miembros fundadores. Hasta el día de hoy lo somos. En sus comienzos la membresía constaba de unas pocas familias establecidas en esta localidad y de alumnos de países hispanos que habían venido a Andrews University por cuatro o cinco años de estudio. Desde un principio la iglesia trató de atraer a los hispanos inmigrantes que llegaban a Michigan a cosechar fresas, pepinos, tomates, cerezas, damascos, duraznos y manzanas. A fines del invierno agricultores locales viajaban a México para contratar un camionero que les trajera un cierto número de trabajadores para tal y tal fecha. El “traquero”, el dueño del camión (truck), conseguía los trabajadores y los transportaba amontonados en su camión como fardos de heno bajo un toldo. Al llegar, el agricultor les daba para vivir unas casas rodantes desechadas cuyas instalaciones ya hacía años que no funcionaban. Estas casas estaban escondidas en un rincón del campo con un par de letrinas y un pozo de agua para las ocho o diez familias que vivían en el campamento.

El traquero les cobraba a los trabajadores por el viaje y cobraba del agricultor por el trabajo de los inmigrantes a su cargo. Luego les pagaba a los trabajadores lo que quería. Siendo que el traquero tenía en su posesión los papeles de inmigración adquiridos al cruzar la frontera, y era el único que sabía dónde estaban y los podía llevar de vuelta a México una vez terminada la cosecha, tenía pleno control sobre los trabajadores. Pocos trabajadores lograban zafarse de la mano de hierro del traquero que los llevaba de aquí para allá a trabajar en diferentes fincas. En México les había prometido 16 semanas de trabajo. Muchas veces se pasaban dos o tres semanas sin trabajar esperando que llegara el tiempo de cosechar los vegetales o las frutas. Al fin del verano sólo habían trabajado tal vez 10 semanas y habían ganado menos de la mitad de lo que se les había prometido. Cuando uno observaba a los trabajadores en los campos veía que muchos de ellos eran niños y niñas de 8 años para arriba.

Ya para fines de la década de los 70 el Departamento de Trabajo y el de Bienestar Social comenzó a implementar las leyes existentes en los libros que condenaban las viviendas asquerosas y la labor de menores de edad. En estas circunstancias los agricultores dejaron de contratar traqueros y de proveer vivienda. Los agricultores, sin embargo, seguían necesitando mano de obra y los trabajadores migratorios norteamericanos que pasaban el invierno recogiendo naranjas en Florida y venían a recoger fresas y manzanas en Michigan no eran los suficientes. En el nuevo sistema los trabajadores que llegaban del extranjero venían en sus autos y conseguían vivienda por su cuenta. Esto les permitía buscarse trabajos que los emplearan durante todo el año en restaurantes, centros de jardinería, empacadoras de vegetales y frutas, fábricas de queso, etc.

La Iglesia Hispana de Berrien Springs ya cuenta con muchos miembros de familias que se han radicado permanentemente, y de vez en cuando bautiza inmigrantes recién llegados. Nadie pregunta por sus papeles de residencia. Si los inmigrantes sin documentos están aquí es porque tienen trabajo. El que no tiene trabajo se va. En Nuevo México y Arizona, donde la mayoría de la membresía adventista es hispana, se calcula que más de la mitad de los miembros hispanos están en el país sin documentos. Con la amenaza de la ley SB 1070 muchos ya se han ido y los diezmos de la Conferencia de Arizona disminuyeron en 140,000 dólares en el mes de abril. El lenguaje del dinero habla fuerte, y los pastores hispanos lo están oyendo con claridad.

La voz que se oye por los medios públicos es la de los que insisten en la ilegalidad reinante. Según ella se trata de “la ley y el orden”. Pero más que de la ley y el orden se trata de la justicia. La Iglesia de Cristo, sin duda, no debiera dejarse llevar por la voz popular.

Si tres conductores de automóviles están yendo a 20 kms. por hora por encima del límite de velocidad y el policía para a uno de ellos y le da una multa, nadie piensa que se hizo justicia. El que quiere imponer la ley debe ser consistente. Como bien dijera Pablo: “El que quiere ser justificado por la ley debe cumplir toda la ley.” Pablo, sin duda, tenía en mente los 612 mandamientos registrados en el Antiguo Testamento. El que insiste que se debe imponer obediencia a las leyes, estaba callado cuando los traqueros y los agricultores las desobedecían y ahora no insiste que los que emplean a trabajadores sin documentos deben ser llevados ante el juez. Los que quieren que se imponga la obediencia a las leyes que regulan la inmigración no insisten con igual entusiasmo en la obediencia a las leyes que regulan la extracción de carbón o de petróleo. Los que no son consistentes en la imposición de las leyes pierden toda credibilidad. La iglesia que no condena el pecado más condenado por Cristo, la hipocresía, también la pierde. El Dios de la Biblia es un Dios de leyes, pero más aún es un Dios de justicia, y nadie debiera confundir estas dos cosas.

Durante los últimos seis mil años los seres humanos han sido un género migratorio. Lo que comenzó en los cuatro ríos del Edén (el Tigris, el Eufrates, el Nilo y el Pisón) pronto se esparció sobre la faz de la tierra por pueblos migratorios. Siempre ha habido extranjeros, peregrinos y advenedizos sobre la tierra. El Dios de la Biblia nunca se cansa de recordar a sus hijos que ellos también fueron y son extranjeros y advenedizos.

Si miro a mis antepasados, mis tatara-abuelos emigraron de Alemania a Rusia en el siglo XVIII. Mi bisabuelo de Rusia a Brasil, de allí a Argentina, de Argentina a los Estados Unidos y de vuelta a Argentina en el siglo XIX. Mi abuelo, como su padre, nació en Rusia pero vivió la mayor parte de su vida en la Argentina. Yo nací en Uruguay de padres argentinos, y a los 19 años vine a los Estados Unidos. Ahora mis hijos son estadounidenses. ¿Por qué esta cadena de migraciones? Porque como sucedió en tiempos de Abraham, Isaac y Jacob, había hambre en la tierra.

La moral toma forma cuando enfrenta dilemas. En el Antiguo Testamento se hace claro que cuando escasea el pan y hace falta trabajar más, el extranjero y el advenedizo deben tener pan para comer y deben descansar en sábado. Pablo hace claro que cuando la verdad y el amor crean una encrucijada difícil hay que darle preferencia al amor. Cuando a día de hoy se le dice a los pastores hispanos que no deben bautizar, ni tener como miembros, a quienes carecen de documentos, se está actuando en contra de uno de los valores más caros de la Biblia. Frente al dilema creado por la contraposición de la ley y la hospitalidad debida al extranjero la iglesia no hace justicia cuando le da preferencia a la ley antes que a las demandas del amor.

Una de las reglas más importantes tanto para los padres como para los legisladores es la de no establecer leyes cuando se carece de los medios o la voluntad para imponer su obediencia. Últimamente, en Estados Unidos las leyes que regulan la inmigración han sido olvidadas. Es difícil decidir si la razón es la falta de recursos o la falta de voluntad. La mayoría de los ciudadanos piensan que es necesario establecer nuevas leyes que las autoridades puedan hacer respetar. Los políticos que se opusieron a la legislación de reformas en el sistema de los seguros médicos, y se oponen a la reforma de las leyes que regulan las actividades de la bolsa de Wall Street, definitivamente no quieren ni siquiera considerar nuevas leyes que regulen la inmigración. Siendo que la infiltración ilegal de inmigrantes, como la importación de drogas ilegales, es promovida por los patrones que buscan mano de obra barata y drogadictos que buscan drogas no importa a qué precio, no es difícil ver por qué las leyes que regulan la inmigración fueron olvidadas cuando su olvido beneficia a los capitalistas que tienen tanto interés en mano de obra barata como en consumidores con dinero en el bolsillo. Si la presencia de doce a veinte millones de inmigrantes no-documentados se ha convertido de un día para otro en la papa caliente de la política nacional se debe a la crisis laboral que aflige al país. Pero precisamente en tiempos como éstos es cuando la Iglesia debe proclamar la palabra de Dios a los poderosos. Cuando la Iglesia se acobarda, se acomoda a las presiones políticas del momento y le niega hospitalidad al extranjero no documentado deja de ser el cuerpo de Cristo Resucitado que testifica del poder vivificador de Dios en la tierra. La iglesia que se declara abierta sólo para el inmigrante documentado se ha olvidado que en vez de sistemas de leyes y doctrinas, Cristo le enseñó un estilo de vida.

domingo, 18 de julio de 2010

MINISTERIO HOGAR Y FAMILIA Iglesia Adventista del 7º dia de Los Polvorines, Buenos Aires, Argentina

Ministerio Hogar y Familia
Escrito por Ev. Mauricio on 09:31


Queremos impulsar y promover los hogares estables. Sabemos que en la actualidas, las familias enfrentan desafíos enormes. La deserción escolar a aumentado, los embarazos no deseados en las adolecentes, el consumo de droga en las escuelas, los hogares rotos por el temido divorcio. Hay esperanza y consuelo en Jesús.
Nuestro ministerio programa charlas, retiros familiares, reuniones de damas, circulos de apoyo, etc. Con el fin de ayudar a las personas en necesidad a encontrar soluciones viables.
Como sabemos, la Familia es el Nucleo de la Sociedad. Por tanto, cada relacion entre ella será de trascendencia para la vida común. La Iglesia esta llamada a satisfacer la necesidad de los individuos a encontrarse con una familia de amor. Dios, nuestro Padre y Cristo, nuestro Hermano quieren para nosotros y nuestras familias que alcancemos los mas altos ideales y ha dejado en su Iglesia este ministerio tan importante hoy más que nunca.

La iglesia, como agencia redentora de Cristo, debe servir a sus miembros
en todas sus necesidades y atender la formación de cada uno de ellos
de manera que todos puedan crecer hasta alcanzar una experiencia cristiana
madura. Esto es particularmente verdad cuando los miembros enfrentan
decisiones para toda la vida, tal como el matrimonio, y experiencias penosas,
tal como la del divorcio. Cuando una pareja matrimonial está en peligro
de deshacerse, los cónyuges, y aquellos que en la iglesia o en la familia
los ayudan, deben hacer todos los esfuerzos posibles para lograr la reconciliación
en armonía con los principios divinos para la restauración de relaciones
lesionadas (Ose. 3:1-3; 1 Cor. 7:10, 11; 13:4-7; Gál. 6:1)

Existen materiales disponibles a través de la iglesia local y otras organizaciones
de la iglesia que pueden ayudar a los miembros a desarrollar un
hogar cristiano sólido. Esos materiales incluyen:
(1) programas de orientación para parejas en vías de contraer matrimonio,
(2) programas de instrucción para parejas casadas, juntamente con su familia, y
(3) programas de apoyo para familias destruidas y personas divorciadas.

Los miembros de la iglesia y de la familia son llamados a perdonar y aceptar a aquellos
que han fallado, así como Dios los ha perdonado a ellos (Isa. 54:5-8;
Mat. 6:14, 15; Efe. 4:32). La Biblia insta a tener paciencia, compasión y
perdón en el cuidado cristiano hacia aquellos que erraron (Mat. 18:10-20;
Gál. 6:1, 2).